viernes, 16 de febrero de 2018

VITIS, símbolo de autoridad, instrumento de castigo

Orondo ciudadano recreacionista mostrando los atributos más significativos de un centurión: sobre la GALEA luce una
vistosa CRISTA TRANSVERSA de crin roja, y en la mano el VITIS, un palo feo y retorcido cuya sola visión ya producía severos escalofríos en el sufrido personal de las invictas legiones

Hemos hablado bastante acerca del equipo de los legionarios romanos. En su día ya se publicaron entradas acerca de las GALEÆ, los SCVTI, los arcos, varias sobre los PILA, la indumentaria, la equipación, lo que comían e incluso sobre el calzado y hasta de las condecoraciones que recibían estos belicosos latinos cuando se portaban como machotes en la batalla. Sin embargo, no hemos entrado aún en objetos considerados como menos importantes si bien en su día constituyeron todo un símbolo, y su uso un orgullo para los dignos de poseerlos. En este caso nos referimos al VITIS, el característico bastón usado por los centuriones que, aunque los hemos visto seguramente en multitud de ocasiones, la verdad es que no es precisamente una de las piezas más conocidas del ajuar militar romano. Así pues, y dando por sentado que los patéticos documentales de Canal Historia ni los mencionarán y que, por ende, podremos atribular a cualquier cuñado con los pormenores de estos peculiares bastones, veamos algo sobre su historia y demás detallitos que nos permitirán ver como se largan a sus madrigueras más mustios en un político en un seminario sobre ética y moral. Bueno, al grano que para luego es tarde...

Ciudadano recreacionista emulando la pose y la indumentaria que vemos
en la estela funeraria de Marco Fabonio Facilis, de la LEGIO XX. Está
datada hacia el siglo I d.C. y nos permite ver como empuña orgullosamente
su VITIS LATINA
El VITIS o, en puridad, el VITIS LATINA, era un bastón de aproximadamente un metro de largo obtenido de una rama de parra, lo que justifica su aspecto nudoso y retorcido. Pero su origen como símbolo de un determinado rango militar procedía de algo menos honorable ya que era un simple instrumento de castigo para apalear al personal. Esto no debe extrañarnos ya, que antes que los romanos, otras culturas asimilaban útiles de castigo como símbolos de autoridad en base a que el que detentaba el poder tenía potestad para castigar. Ojo, hablamos de una época en que los delitos era sistemáticamente penados a base de castigos físicos o incluso la muerte. Así, los mismos faraones que estamos hartos de ver en tropocientas mil representaciones artísticas llevaban en la mano derecha el heka, un báculo de pastor con el que dirigían a su pueblo mientras que en la izquierda empuñaban el nejej, un flagelo con el que, en teoría, tendrían a sus amados vasallos más derechos que una vela. 


Los mandos militares espartanos usaban también un objeto similar que servía tanto de símbolo de su rango como herramienta de castigo, la βακτερία (bactería), un bastón o báculo con el extremo curvado de apariencia similar al LITVVS usado por los etruscos si bien en este caso se trataba de un objeto usado originariamente por los augures y demás cuentistas profesionales de la época y del que, según algunos autores, tomaron la idea los romanos. En la ilustración de la derecha podemos ver lo que sería entre los etruscos un capellán castrense, o sea, un oficial-sacerdote encargado de indagar si los dioses eran propicios antes de iniciar la batalla. Mientras que en su mano derecho vemos una MACHAIRA, en la izquierda enarbola el LITVVS de bronce propio de su rango. Esta recreación está basada en los restos de las pinturas halladas en un templo de PRÆNESTE, la actual Palestrina, cerca de Roma, y ciertamente tiene una asombrosa semejanza con los báculos episcopales que desde siempre han usado y usan los obispos cristianos. En cualquier caso, lo que si debe quedar claro es que el VITIS aunaba dos cometidos: distinguir a sus poseedores como militares de un rango superior y por ello revestidos de autoridad y, al mismo tiempo, como el instrumento de castigo con el que estos hombres podían imponer la disciplina aporreando sin piedad los lomos de los malsines, revoltosos, ladrones y demás indeseables aposentados en el ejército.

Estela funeraria de Flavio Agustalis (c. siglo III d.C.)
que muestra a un sujeto con ropa civil apoyando una
mano en el hombro de su hijo. Pero, aparte de la
indicación de su grado en la estela, lo que lo señala como
un centurión es su VITIS
El VITIS llegó a identificarse de tal forma con los centuriones que se acabó convirtiendo en su distintivo por antonomasia, usándolo no solo durante su desempeño militar sino cuando se largaban a darse un garbeo fuera del campamento o cuando no iban armados. En más, incluso en gran cantidad de lápidas de estos controvertidos oficiales datadas entre los siglos II y III d.C., época en que se puso de moda representar al difunto vestido de civil, en todas aparecen empuñando sus VITIS, y en algunas en que no aparece la imagen del difunto esta queda representada por su bastón como símbolo de su estatus. De hecho, la costumbre de colocar el VITIS en las lápidas como símbolo del rango del difunto perduró durante todo el tiempo que estuvo en uso.  Las primeras referencias sobre la existencia de los mismos se remonta a las Guerras Púnicas, donde se cita a un tal Centenio, "... que una vez llevó el bastón de vid de un centurión romano". Como testimonio gráfico que lo corrobora están los maltrechos frescos de la tumba de Publio Cornelio Escipión, que dio las del tigre a los cartagineses en Zama, y donde los arqueólogos han podido identificar una figura que en su mano derecha empuña un VITIS

La primera representación perfectamente clara sobre el empleo del VITIS la tenemos en la estela funeraria de Minucio Lorario, un centurión de la LEGIO III que cruzó la Laguna Estigia en el 43 a.C. Por cierto que su COGNOMEN, LORARIVS, hace referencia a los encargados de azotar a los esclavos así que, aunque puede que proviniese de algún antepasado con tal oficio, no es descabellado pensar que lo obtuvo por sí mismo dando estopa a mansalva a sus tropas. En la foto de la derecha podemos ver al ciudadano LORARIVS con ropa civil pero haciendo ostentación de su rango militar, en este caso el gladio en el costado izquierdo (recordemos que los legionarios lo llevaban en el derecho) y en su otra mano empuña el VITIS que, aunque un poco averiado, se identifica perfectamente. Conviene aclarar que el hecho de tener potestad para administrar castigos sin juicio previo revestía al centurión de una autoridad superlativa ya que los legionarios, siendo como eran ciudadanos romanos, no podían en teoría recibir castigos físicos de forma arbitraria. Así pues, el hecho de que un centurión tuviera ese privilegio indica claramente que su misión iba más allá de la meramente militar. El mismo Plinio el Viejo lo dejó bastante claro cuando preguntaba si "necesito mencionar que el VITIS ha sido introducido en los campamentos y puesto en manos de los centuriones para preservar la autoridad y el mando supremos, y que es el gran premio que hace acudir a los rangos inferiores bajo las águilas, y que incluso cuando se usa para castigar honra al castigo mismo". Porque, eso sí, los estacazos con el VITIS estaban reservados a los ciudadanos. Los AUXILIARIS eran apaleados con cualquier otra cosa menos honorable.

Legionario castigado con el FVSTVARIVM administrado por sus propios
compañeros. En este caso se usaban FVSTIS, un instrumento degradante
Por ese motivo, entre las tropas no se consideraba como algo deshonroso ser golpeado con un VITIS por su centurión ya que este estaba en posesión de la autoridad necesaria para ello y, además, el medio que usaba para golpearlo no era un vil instrumento para castigar criminales o esclavos como la FLAGELLA, el FVSTIS (un simple palo) o la VIRGA (una vara), lo que sucedía cuando alguno cometía alguna falta especialmente grave, como por ejemplo dormirse durante una guardia. En ese caso, el culpable era castigado al FVSTVARIVM, o sea, a morir apaleado por sus propios compañeros cuyas vidas había puesto en peligro. Por ello, no solo recibía un castigo fatal, sino además deshonroso.


La amenaza del VITIS estaba presente en cada momento en la vida de los
legionarios. En la ilustración vemos al centurión blandiendo el suyo en
actitud amenazante mientras sus sufridos legionarios entrenan
Con todo, como es lógico, no todos aceptaban sin rechistar el castigo, y ante la posibilidad de que alguno detuviera el VITIS con la mano o incluso se lo arrebatase al centurión para, a continuación, partirlo, se dictaminó que semejantes comportamientos serían castigados con la muerte, con lo que se preservaba la autoridad de los centuriones que, al cabo, eran los que tenían que enfrentarse a diario con el personal ya que los mandos superiores, prefectos, legados y tribunos, se limitaban en todo caso a señalar el castigo, pero el que lo aplicaba era el centurión que, en muchos casos, era consultado por estos acerca de cuál era el más idóneo ya que consideraban su experiencia como el mejor asesoramiento. Por otro lado, ya sabemos que los centuriones, sobre todo a partir del Principado, se fueron convirtiendo en un estamento especialmente corrupto y dado a castigar de forma arbitraria a las tropas, que en muchos casos estaban bastante hartos de los abusos de los mandos más proclives a ejercer una férrea disciplina aplicando constantemente el CASTIGATIO con ellos. Buena prueba es que eran los primeros en pagar el pato cuando alguna legión se amotinaba, y como ejemplo de centurión detestado como si de un cuñado se tratase tenemos a un tal Lucilio que, en el año 14 d.C. y a raíz de una rebelión en las legiones del Danubio, lo liquidaron en un periquete. ¿El motivo? Había recibido el mote de CEDO ALTERAM, "dame otro", en alusión a que era habitual que partiera el VITIS en los lomos de los causantes de su enojo, por lo que rápidamente se volvía pidiendo otro bastón para seguir apaleando al desdichado. Cabe suponer pues que no gozaba de las simpatías de sus subordinados, que aprovecharon la coyuntura para darle la baja definitiva del ejército.


Pero, cuestiones disciplinarias aparte, el VITIS fue poco a poco adquiriendo una honorabilidad incuestionable, y su posesión implicaría no solo un estatus, sino algo por lo que merecía la pena luchar. En el siglo I d.C. ya se usaba la expresión "solicitar el VITIS" cuando ser aspiraba a un ascenso a centurión, y llegó a ser algo tan emblemático que la jubilación de un PRIMVS PILVS, el máximo grado al que podía llegar un centurión, implicaba "entregar el VITIS" en referencia a que al dejar su cargo también se desprendía del objeto que lo simbolizaba. Incluso autores como Juvenal usaban el término VITIS como sinónimo de centurión de la misma forma que empleaban AQUILA para el PRIMVS PILVS, en este caso por ser centurión de rango más elevado. Lógicamente, alcanzar el rango de centurión suponía un gran paso para cualquier miembro de un ejército donde los ascensos eran por méritos, e implicaba la obtención del símbolo de su nuevo estatus en una ceremonia que vemos recreada en la ilustración de la derecha, la ORDINATIO. Ante toda la legión y situado en el podio tenemos al TRIBVNVS LATICLAVIVS, segundo en el mando y comandante efectivo en ausencia del legado, revestido con sus mejores galas para hacer entrega al neófito del VITIS que lo acompañará durante el resto de su vida militar y el CODICILLVS, la cédula que confirma su nuevo rango. A su derecha está el IMAGINARIVS, el portador del emblema sagrado de la legión a la que pertenece el centurión y que es testigo de la entrega del VITIS. Tras el tribuno asoma la cabeza del PRÆFECTVS CASTRORVM, el tercero en la escala de mando. En cuanto al nuevo centurión, pues lo vemos tomando el bastón de manos del tribuno y suponemos que muy contentito porque, aparte de ganar un salario más alto, pasa a ser el que da los palos en vez de el que los recibe.


Y, ciertamente, no regalaban los ascensos sino que había que dar el callo a base de bien. Un testimonio nos lo hace llegar Lucano, que daba cuenta de como un centurión llamado Scaeva alcanzó su rango debido a que "...sirvió largamente en la lucha librada contra los salvajes en las orillas del Ródano", y añade que "ahora, ascendido a centurión mediante hechos de sangre, porta el VITIS LATINA ante las tropas bien alineadas". En cuanto a la morfología del bastón, permaneció prácticamente inalterable durante toda su existencia. Solo hacia finales del siglo III d.C. se llevó a cabo una pequeña variación en la empuñadura, que adoptó la forma de un champiñón como la que vemos en la foto de la derecha, que es un fragmento  del mosaico de Villa de Casale (c. siglo IV d.C.), en Sicilia, que representa un transporte de animales exóticos. El centurión de la imagen fustiga a un esclavo con una vara mientras que sostiene su VITIS, lo que demuestra que, en efecto, este solo lo reservaban para castigar a las tropas, negando a un simple esclavo el inmenso placer de sentir como le partían las costillas con tan honorable símbolo de poder y autoridad.


Estela de C. Anario Félix (c.mediados
del siglo I d.C.) en el que vemos como
única referencia a su rango un VITIS
enrollado bajo el epitafio
En fin, poco más nos resta por comentar sobre este peculiar bastón que, durante siglos, fue símbolo de la autoridad de los centuriones y su instrumento de castigo para tener a raya a las tropas. Actualmente, y supongo que debido al afán revisionista de algunos historiadores, se ha cuestionado la vertiente punitiva de estos hombres, negando el grado de brutal disciplina que se les atribuye. Sin embargo, los testimonios de los autores de la época no dejan lugar a dudas, y sus crónicas dicen bien claro que no vacilaban en imponer su autoridad en todo momento con toda la contundencia que fuese preciso. Al cabo, hablamos de mantener el orden en una unidad nutrida por 6.000 hombres hartos de luchar, de pasar hambre, frío, calor, sueño, agotamiento, abstinencia sexual, miedo, de ver morir a sus compañeros, etc., y eso durante años y años. Un testimonio la poderosa carga simbólica del VITIS lo tenemos en la crónica en la que Tácito relató la vida de Galba. En la misma da cuenta de que, cuando llegó su hora acosado por las tropas amotinadas que querían darle muerte, un centurión llamado Sempronio Denso se interpuso entre el emperador y los legionarios blandiendo su VITIS para detenerlos mientras los conminaba a perdonar la vida del anciano césar. Pero en esta ocasión la autoridad del centurión no bastó y tuvo que echar mano a su espada y luchar contra ellos hasta que cayó herido en una pierna. Actos heroicos aparte, lo significativo de este hecho no es que Sempronio defendiera a su emperador, sino que estaba totalmente convencido de que la sola visión de su nudoso bastón bastaría para detener en seco a los rebeldes.

En fin, hasta aquí llegamos. Como colofón a esta entrada indicar que, al cabo, los bastones han sido y siguen siendo un símbolo de mando. Los vemos en forma de bengalas en manos de los maestres de campo y generales españoles a partir de los Austrias y los seguimos viendo en los bastones de mando de los mismos en nuestros días de la misma forma que los mariscales tedescos también tenían su bastón y los sargentos mayores de los british (Dios maldiga a Nelson) aún se pasean por los cuarteles con el símbolo de su rango metido bajo el brazo izquierdo.

Bueno, ya'tá

Hale, he dicho

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Centurión exhortando al personal en plena batalla sin separarse de su VITIS, que no dudará en usar ante la más mínima
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sino también en combate, donde era más necesario que nunca que la disciplina fuese monolítica

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